En el mes de noviembre se cumplirá un año del inicio de la pandemia provocada por el virus SARS-CoV-2, también conocido por CoViD-19. Debe ser una de las pocas cosas a las que en su aniversario no nos apetece cantarle un cumpleaños feliz ni hacerle un pastel con velas. Son aquel tipo de circunstancias que todos queremos olvidar y a su vez recordar. Recordar lo que se hizo, lo que hicieron y como se hizo; olvidar, principalmente todas las vidas que se han perdido. ¿Pero, nos ha cambiado algo la pandemia?
Está claro que sí. Nos ha cambiado desde el punto de vista socioeconómico: como relacionarnos con familia, amigos y entorno, el trabajo, el consumo, etc., de una forma positiva y en otros aspectos más negativa, pero a pesar de todos estos cambios, se podría destacar algo muy olvidado por nuestros gobernantes: la salud y la educación. Con la pandemia, se ha evidenciado la baja inversión y mantenimiento realizado en los últimos años en estos dos sectores, pero, y a pesar de ello, han sido capaces de adaptarse a una nueva situación de una forma rápida y eficaz; pasando de un modelo 100% presencial a un modelo a distancia o mixto. Estos nuevos modelos NO son perfectos, pero es una oportunidad para que la no presencialidad pueda proporcionar una enseñanza y salud de calidad.
Meses atrás, las visitas virtuales, la teleasistencia o la telesalud era el gran desconocido por la ciudadanía, por las administraciones y por los servicios de salud. Un tipo de servicio asistencial que tiene más de 10 años de trayectoria, pero que, en nuestro país, era prácticamente desconocido o muy poco utilizado. Se pensaba que el modelo único para proporcionar buena “calidad” asistencial, era el presencial, y que los cuidados a distancia despersonalizaban la salud y menguaban dicha calidad. La pandemia nos ha hecho abrir los ojos y ha puesto en relevancia y en evidencia que lo importante para dar esa “calidad” asistencial no está siempre directamente relacionado con una presencialidad física, sino con otros aspectos como la interrelación ciudadano-sistema, el uso de la tecnología o la gestión del cambio, entre otros.
A partir de ahora, el modelo a distancia se ve y se verá de otra forma. Nos ayudará a acercar la educación y la salud cuando la distancia física no lo permita, nos ayudará a crear un modelo nuevo, que, si lo gestionamos bien e invertimos en ello, será de gran ayuda para llegar a más personas, más rápido y posiblemente con menos gasto ¡Aprovechémoslo!
Daniel García Gutiérrez, profesor del Grado en Enfermería de la Facultad de Ciencias de la Salud de UManresa