En las últimas décadas el concepto de estabilidad lumbar ha ido tomando forma gracias a las aportaciones que en su día hicieron autores como Panjabi y Bergmark [1,2]. Tanto el sistema de estabilización lumbar con sus tres subsistemas descrito por Panjabi [1], como los sistemas musculares local y global descritos por Bergmark [2], conforman el punto de partida para una estrategia de abordaje que se ha ido implementando en el ámbito deportivo y en el de la rehabilitación: el “Core Stability” (CS) o estabilización lumbar.
El término “core” (o núcleo central) se describe como una caja muscular con los abdominales en la parte frontal, los paravertebrales y los glúteos en la parte posterior, el diafragma en la parte superior y los músculos del suelo pélvico y la cintura pélvica en la base. En esta caja hay 29 pares de músculos que ayudan a estabilizar la columna y la pelvis durante los movimientos funcionales. Sin la acción de estos músculos la columna podría ser mecánicamente inestable. Se dice que el “core” proporciona “estabilidad proximal para la movilidad distal”, actuando como una base anatómica para el movimiento de los segmentos distales [3,4].
Según Panjabi [1] la estabilidad lumbar se puede ver comprometida después de una lesión y cuando existe degeneración o disfunción, dando paso a la inestabilidad. En este caso, el subsistema de control neural intenta compensar esta inestabilidad incrementando la función estabilizadora de los componentes espinales restantes (pasivo y activo). Cuando esta compensación es insuficiente o inadecuada, la inestabilidad permanece provocando cargas musculares anormales y fatiga muscular; el proceso de degeneración se acelera y la disfunción se mantiene y se cronifica. Este proceso acabará por provocar dolor lumbar. En realidad se trata de un círculo que se autoalimenta.
La lumbalgia o dolor lumbar ha tomado proporciones de epidemia, ya a mediados del siglo pasado se convirtió en una de las mayores preocupaciones para los sistemas de salud pública en el mundo occidental, y parece que en la actualidad esta preocupación se extiende a nivel mundial [5]. Ya es clásica la afirmación de que entre el 50 y el 90% de la población occidental sufrirá al menos un episodio de lumbalgia a lo largo de su vida [6]. Si añadimos que la proporción de adolescentes que han sufrido su primer episodio de dolor de espalda es cada vez mayor [5], la preocupación se convierte en alarma.
Esta preocupación llevó a la Comisión Europea a impulsar el proyecto “Cost Action B13” a finales de los años 90. Este proyecto tenía el objetivo de desarrollar y producir guías de práctica clínica para el manejo y la prevención de la lumbalgia basadas en la evidencia. Uno de sus grupos de trabajo desarrolló y elaboró la primera guía de práctica clínica europea para la prevención de la lumbalgia que se publicó el año 2004 [7]. Un año después, este mismo grupo de trabajo publicó el artículo “How to prevent low back pain” [8], en el que se resumía el contenido de esta guía. En dicho artículo se refirió que a la hora de definir el concepto “prevención de la lumbalgia” la conclusión fue que, en general, la lumbalgia era importante no tanto por su existencia sino por sus consecuencias, siendo éstas un asunto de interés principal para la prevención. En la guía se recomendaba el ejercicio físico para la prevención de bajas laborales debidas a la lumbalgia y de la recurrencia o duración de episodios posteriores en la población general (Nivel A), sin embargo se determinaba que no existía suficiente evidencia consistente para recomendar o desaconsejar ningún tipo o intensidad de ejercicio específico (Nivel C) [7,8].
Paralelamente, desde finales de los años 90, el CS o estabilización lumbar se ha convertido en un recurso habitual tanto en el ámbito deportivo como el terapéutico, formando a su alrededor una próspera industria. La evidencia científica nos ha proporcionado numerosos estudios que analizan sus posibles efectos beneficiosos; algunos de ellos han servido para apoyar la creciente oferta de programas de entrenamiento deportivo que incluyen el CS con el fin de perfeccionar las habilidades deportivas y prevenir lesiones en la práctica deportiva. Sin embargo, en el ámbito sanitario es difícil encontrar estudios que investiguen los efectos de las técnicas de estabilización lumbar como herramienta de prevención primaria.
La mayoría de estudios pretenden confirmar o desmentir los beneficios que esta técnica puede aportar tan a corto como a largo plazo. Sin embargo, entre ellos, son pocos los que concluyen efectos preventivos asociados a esta intervención.
En el marco de mi trabajo de fin de grado, he analizado 19 de los ensayos clínicos más representativos que incluyen el CS como intervención. Todos ellos pretenden estudiar, comparar o analizar los efectos de la estabilización lumbar en la prevención de la lumbalgia, su recurrencia y de las lesiones asociadas a la inestabilidad lumbar [9–27]. En ellos he podido observar distintos aspectos que nos pueden dar una visión de la utilidad real de esta intervención como herramienta preventiva.
De los 19 estudios, solamente dos (11%) tienen como objetivo principal analizar el efecto preventivo de esta técnica; el resto buscan determinar sus efectos, tanto aisladamente como comparándola con otras técnicas, dichos efectos pueden sugerir esta tendencia a la prevención. Los resultados nos aportan datos de una clara mejora general de la funcionalidad (68%), reducción del dolor (26%), prevención de recurrencia de la lumbalgia (16%) y un débil efecto preventivo (11%). Solamente el 53% de los estudios reportan un efecto preventivo, tanto de primeros episodios, como de recurrencias o lesiones.
Algunos de los estudios aportan, de forma directa y clara, datos de prevención de primeros episodios, de recurrencias y de lesiones. Por otro lado, la mayor parte del resto de estudios, aporta datos de prevención que se manifiesta de forma indirecta, es decir, como consecuencia de una mejora del dolor y la funcionalidad o la disminución de la necesidad de tratamiento.
A pesar de observar resultados que nos sugieren un efecto preventivo, no podemos pasar por alto ciertas limitaciones que, sistemáticamente, aparecen en la mayor parte de los estudios analizados. Limitaciones en cuanto al tamaño y estado inicial de la muestra, y al seguimiento en el tiempo.
La mayoría de los estudios utilizan como muestra a personas que ya presentan dolor, ya sea lumbar o pélvico, lo que limita la posibilidad de corroborar efectos en prevención primaria. En cuanto al tamaño de la muestra, podemos observar que son escasos los estudios que utilizan una muestra de 250 personas o más, lo que limita también la calidad de los resultados. En referencia al seguimiento, no hay ningún estudio que refiera un seguimiento superior a los 30 meses (840 días en el gráfico), limitando la constatación de este efecto preventivo a largo plazo.
Podemos, pues, afirmar que existe una evidencia consistente de que el CS o estabilización lumbar es una herramienta eficaz para el tratamiento de la lumbalgia y su recurrencia, la reducción del dolor y la mejora del control motor y la funcionalidad. En cambio, volviendo a la cuestión inicial, ¿Es el Core Stability una tendencia preventiva? y teniendo en cuenta las obvias limitaciones de esta pequeña revisión bibliográfica, podemos concluir que el efecto preventivo se evidencia de forma débil; en parte debido a las diversas limitaciones observadas en cuanto a tamaño y tipo de muestra y sobre todo al seguimiento a largo plazo. Son, pues, necesarios más estudios con un seguimiento a muy largo plazo para poder constatar la evidencia de un efecto preventivo con el fin de poder incluir este abordaje en programas de prevención primaria.
Sílvia Perera i Orriols
Graduada en Fisioterapia i Profesora colaboradora de los Estudios de Fisioterapia EUCS Manresa
Extracto del TFG de la autora del post: “L’entrenament del Core com a eina de prevenció”
BIBLIOGRAFIA
1. Panjabi MM. The stabilizing system of the spine. Part I. Function, dysfunction, adaptation, and enhancement. J Spinal Disord. 1992;5(4):383–9.
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Hola Sílvia,
te escribo cuatro líneas solo para felicitarte por tu aportación al blog de la FUB, remarcando tanto tu poder de concisión al resumir todo tu Trabajo de Final de Grado, como tu buena redacción al exponer las ideas de forma tan ordenada.
Por otro lado, dejame dejar mi humilde (y siempre contraria) opinión sobre el exceso de preocupación sobre la prevención primaria en lo que hace referencia al dolor. Se dice que “la medicina ha evolucionado tanto que todo el mundo está enfermo”. Considero que en vez de hacer prevención primaria para evitar tener eso, o aquello o lo de más allá y, por lo tanto, que el paciente acabe realizando esa terapia por miedo a tener una patología en concreto, creo que se debería fomentar más el concepto de Salud y, todo aquello que uno mismo puede hacer para aumentarla y potenciarla. … y porqué aunque signifique lo mismo, siempre he creído que es más positivo pensar en “cultivar la salud” que “evitar la enfermedad”.
Muchas felicidades por tu primera aparición en el Blog y te animo a que, muy pronto, puedas volver a deleitarnos con tus aportaciones.
Meritxell